miércoles, 22 de abril de 2009

*La marcha a la batalla I*

La armadura cayó pesadamente sobre mi cuerpo, dejando escapar un sonido metálico que envolvió la habitación, a mi lado una mujer anciana me ceñía las perneras y me colocaba las botas, mientras un joven aguantaba mi arma, la legendaria Lanza Matademonios, la cual, cuando la alcé entre mis manos desprendió una tenue luz que iluminó el lugar.
Avancé hacia los patios traseros de la torre. A cada paso que daba, tras de mi iban uniéndose mas guerreros que mantenían un paso rítmico, mis hombres...
Las monturas ya estaban preparas cuando el sol nos cegó tras abandonar las sombras de la torre, los dragones negros nos esperaban impacientes con las alas dobladas a la espalda y sus escamas iluminadas por el sol.
Esta vez no hubo música, ni vítores, ni siquiera el rey se asomó para darnos su bendición. Mis hombres y yo subimos a las sillas de los dragones y cogimos las riendas. Cuando las alas se desplegaron varios hombres fueron impulsados hacia atrás por el aire brusco que produjeron.
Un simple silbido, y los guerreros alzaron el vuelo. Ni tan siquiera el batir de las alas de nuestros dragones hacían ruido... Silencio. El silencio de aquellos que van hacia su destino, hacia una muerte segura, a la guerra que siglos después fue conocida como... "La última batalla"

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