sábado, 7 de marzo de 2009

*El cazador cazado* Primera parte

El ruido chirriante de la oxidada puerta del local llamó la atención a los presentes, la lluvia caia sin dar ni un solo segundo de descanso, empapando a todo el que osaba salir de la protección de un techo, y el recién llegado no parecía una excepción.
El joven que acababa de llegar sacudió la cabeza para quitarse algo de la lluvia que le había mojado, aunque lo único que consiguió es que las mesas más cercanas gruñeran enfadadas.
Alzó la mirada lentamente, aspiró con fuerza y otra vez ocurrió, ese embriagador olor, único, que había sobrevivido durante generaciones, rosas y muerte unido en un mismo perfume.
Una rápida mirada al local, su mirada se detuvo en una figura, al final de la barra de madera, donde la luz brillaba por su ausencia.
El joven avanzó con paso decidido hacia la figura, apartando a los borrachos que se cruzaban por delante, hasta que la pudo ver con claridad. Una joven se encontraba sentada en aquel rincón, sus cabellos negros caían lacios sobre sus hombros, sus manos blancas aferraban como si temieran perderla una copa casi vacía de lo que hacía unos minutos podría haber sido cocacola con algún licor y sus ojos... Eran los más azules que él jamás había visto. Apenas un paso más y la joven clavó la mirada en él, la respiración se le entrecortó, como si alguien le estuviera apretando el pecho y no le dejara respirar, ese olor a rosas y muerte le embriagaba .
- He venido a buscarte, Gabrielle...- Apenas un segundo y ella se encontraba en pie, dejando ondear sus cabellos.
- No deberías haber venido Damian...- Las piernas del joven comenzaron a temblar, la mirada de tranquilidad que le observaba estaba poniendo nervioso.
La joven alzó con suavidad la mano y varias pulseras resonaron en sus muñecas, una esfera azulada apareció en ella, una espada con la hoja azul y empuñadura dorada destelleó antes de ser blandida con fuerza.
- No se debe cazar a presas mayores, porque sino, el cazador puede ser cazado...- Aquella voz melodiosa envolvió el lugar y poco a poco los presentes parecieron caer dormidos, ajenos a lo que estaba ocurriendo.
Damian movió la mano lentamente y una esfera negra apareció en ella, similar a la de Gabrielle, poco después fue sustituida por una espada que aferró con ambas manos, la hoja negra pareció gritar sedienta de sangre.
- ¡Dejarás de ser un mito Gabrielle!-
Y él se lanzó sobre ella...

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