Damian observó con cierta alegría el lugar que segundos antes había ocupado y que ahora se encontraba siendo atravesado por la espada del ángel. El joven descendió y se apoyó en el tejado contiguo.
La mirada de Gabrielle seguía tan impasible como en el principio. La misma mirada de entonces.
El cuerpo del joven tembló de ira al darse cuenta de la impotencia que sentía. Giró sobre si mismo y comenzó a correr, intentando alejarse lo máximo posible de aquella criatura maldita, o al menos eso fue lo que pensó ella.
Gabrielle soltó una risita mientras se impulsaba para perseguirle.
- Si la presa no huye, no es divertido...No seas como tu abuelo... que ni siquiera pestañeó cuando mi amada espada le devoró.-
Damian se detuvo con brusquedad, cerró los ojos y esperó. Su olor cada vez se encontraba más y más cerca,su respiración regular pronto le resultó perceptible a sus oidos, incluso, supo diferenciar el ruido dela espada cortando el aire.
El joven se agachó en el último momento, se giró y el tiempo pareció detenerse, la espada negra atravesó el aire, anticipándose a cualquier movimiento de su contrincante. Los ojos de Gabrielle se abrieron de par en par cuando la espada atravesó su pecho con brusquedad, el miedola hizo temblar mientras su cuerpo era absorvido por el metal.
- ¡No! - Una pequeña explosión y las alas de la joven se separaron en cientos de plumas grises que llenaron el oscuro cielo.
Damian cogió una de esas plumas y la observó antes de dejarla caer a la carretera húmeda.
- Con los años, el rey de los depredadores debe prepararse para ser superado por alguien más joven y fuerte. Gabrielle... tu equivocación...- Observa la hoja de la espada que parece brillar con más fuerza ahora que ha comido.- fue pensar que eras más fuerte que yo.
lunes, 9 de marzo de 2009
*El cazador cazado* Última parte
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Lara, mucha suerte con tu blog!! un saludo de tu amigo Jorge.
ResponderEliminarxD Si no fuera porque se que no volverás a pasar por aquí... xD gracias por visitarme
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