Durante días su única motivación era practicar y mejorar su dominio de las armas, aunque sabía que sus hachas eran de madera y que no tendría fuerzas para acabar con una sombra, era lo único que la mantenía con vida.
Un joven superviviente se acercó a ella con paso lento, lo reconoció nada más acercarse, él había sido el último en sufrir una pérdida, su comprometida había aparecido la noche anterior en su lecho con el rostro desgarrado.
- Tu padre te llama, parece importante...- Su voz no era más que sufrimiento contenido...
Tatiara se secó el sudor de la frente y con paso decidido se encaminó hacia la tienda principal, cuando corrió la lona y se adentró en la oscuridad, encontró algo que ni a sus peores enemigos jamás hubiera deseado.
Dan se encontraba arrodillado y maniatado ante su padre, sus cabellos rebeldes enmarcadan su mirada desafiante. El arma del lider se balanceaba hacia delante y hacia atrás, esperando dar la estocada final.
- ¡Él es el culpable! ¡Él nos ha vendido!.-
-No...- Apenas un tartamudeo de los labios de la niña.
- Él es el causante de la muerte de Keia, dejó paso a las hombras y les enseñó como traspasar nuestro escudo, ¡Nos ha dejado indefensos ante ellos!- Dan mantuvo la mirada desafiante a su atacante y ni siquiera pestañeó cuando la hoja del hacha atravesó su cuello.
Los gritos de Tatiara atrajeron a los habitantes del poblado. La sangre bañó el suelo y las manos del asesino mientras las lágrimas corrían por las mejillas de la niña.
-¡Asesino!- Tatiara corrió hasta el cuerpo sin vida de su amigo y compañero, dejó caerse sobre él y allí estuvo, hasta que algunos Nenshús quitaron el cuerpo sin vida de allí.
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