miércoles, 4 de marzo de 2009

*La historia de Tatiara* Capítulo 2

Después de aquella noche, el anciano no se volvió a dejar ver por el campamento, según el jefe, el viejo había huido, demostrando así no ser un verdadero Nenshú.
En los días siguientes, el cielo se oscureció aún más, impidiendo que el sol se dejara ver, unas extrañas sombras habían comenzado a deslizarse disimuladamente entre las tiendas dejando escapar un agudo silbido que destrozaba los oídos de los habitantes del pueblo.
- Padre... ¿Por qué no huimos?- Tatiara miró a su hermana pequeña, Keia apunto de echarse a llorar miraba suplicante a su padre, el cual respondió de manera fría y cortante.
- Somos Nenshús, nuestra raza no es una cobarde.- Aquellas palabras se clavaron como alfilares en la memoria de Tatiara durante años.
Desde que el viejo haía profetizado la llegada de las sombras, horribles casos habían envuelto a la tribu, cada noche que pasaba, se encontraban más cuerpos de niñas y jóvenes sin vida.
Por más que habían intentando frenar estos ataques con magia, las sombras siempre encontraban alguna fisura por la que internarse en el escudo y acabar con la vida de alguien.
Tatiara y Keia se tumbaron en el lecho que compartían desde hacia años, hicieron bromas para quitarse el temor de ser las siguientes y entonaron una antigua canción que decía así.
Somos Nenshú, en sangre y alma,
somos reyes de magia y armas,
somos señores de la guerra,
somos los amos de la fuerza.
No tememos a la muerte,
no tememos a nuestros enemigos.
Si alguien tiene que temer
que sean aquellos que ofendernos osen.
Soy valiente, soy guerrera,
soy inteligente hechicera.
Soy guerrera y hechicera.
Las sombras no me alteran...
Pero aquella canción no evitó que a media noche Tatiara sintiera una ráfaga de aire frío que la hizo estremecer. Pero estaba tan casnada del día que no tuvo siquiera fuerzas para abrir los ojos. Se giró y abrazó con suavidad a Keira, acurrucándose de nuevo.
Cuando abrió los ojos por la mañana su grito desgarró el silencio, despertando con ella a los aún vivos de la tribu.
El cuerpo de su hermana estaba allí, sin vida, con el rostro atravesado por algo extremadamente afilado que le dejó marcada una cruz y un agujero en su pecho. Le habían arrancado el corazón sin piedad.
Tatiara sintió la sangre reseca de su hermana en su propio cuerpo, las nauseas la obligaron a salir de la habitación. ¿Cómo no se había dado cuenta? ¡La habían matado junto a ella!. Dan, su mejor amigo y futuro esposo la envolvió en sus fuertes brazos mientras la alejaba del lugar. Las lágrimas de Tatiara hubieran sido suficientes para regar toda una cosecha.
Una extraña sensación comenzó a nacer en su interior... Venganza...

No hay comentarios:

Publicar un comentario