lunes, 9 de marzo de 2009

*El cazador cazado* Tercera parte.

- ¿Qué soy?- El niño miraba con temor la espada que descansaba sobre sus rodilla. Su abuelo lo observaba con semblante serio, como si estuviera buscando las palabras más adecuadas.
- Damian, tú eres un guerrero, un cazador de la sociedad...-
- ¿Un cazador?-
- Una raza destinada a matar, o morir.- Una extraña fragancia que no había percibido hasta aquel momento le llamó la atención, el anciano olía a ... ¿Sufrimiento?- Somos atraidos por la fragancia de aquellos que son igual que nosotros y guiados por la sed de sangre que tienen nuestras espadas...-
- ¿Matar?.- El anciano se contrajo sobre si mismo como si luchara contra algún tipo de impulso... el olor del niño era demasiado potente para él... La inocencia debería de estar deliciosa...
- La vida del cazador es dura y solitaria... A partate lo máximo de los lugares muy transitados o te verás obligado a pelear... Y sobre todo... Sobrevive... - Como si supiera lo que estaba apunto de ocurrir, en su mano arrugada apareció una esfera blanca que se convirtió lentamente en una larga espada.
Y entonces llegó... aquel olor a Rosas y muerte...
El anciano observó con semblante serio a la encapuchada que se encontraba ante él...
- Damian... ¡Lárgate!- El niño intentó obedecer y salir corriendo, pero la espada le mantenía en el lugar sin poder moverse, las lágrimas surcaron sus mejillas.
El grito desgarrador del niño envolvió el patio cuando la espada de la encapuchada atravesó el pecho de su abuelo. No hubo sangre. La espada con un grito de victoria devoró el cuerpo de su contrincante.
Aquellos ojos, lo más azules que nunca había visto... jamás los olvidaría...
La encapuchada se marchó por donde había venido mientras susurraba "No me mancharé las manos por cazar cachorros, pudiendo cazar presas de verdad..."
Algunos años después, en uno de sus muchos viajes por el mundo, haciéndose más fuerte, Damian descubrió quien era ella, en aquel mundo de peleas era muy conocida por la velocidad con la que mataba a los espadachines más experimentados. En la pirámide de los cazadores, ella era la cúspide.
Gabrielle, el ángel maldito.

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